He vivido como si ese instante fuera lo único. He estado viviendo comiéndome las palabras para hacer de la escena algo más estético. Viajo en el tiempo, me teletransporto a dos semanas en el futuro y sé que te veré cumplir años y estaré triste, al doblar la esquina paso a diciembre del año pasado y estaba triste. ¿Qué ha pasado en un año? He sido feliz, pero ya ha pasado.
lunes, 2 de diciembre de 2013
domingo, 10 de noviembre de 2013
cuento para niñas que no saben cerrar los ojos
La bestia duerme.
Antes, no tanto tiempo antes, suficiente, anquilosadamente cerca, se paseaba la bestia.
Acechaba ingenua de miedos esta selva de entrañas. Respiraba con la boca abierta de un niño que acaba correr y se vuelve a buscar la mirada de su madre. Desorientada. Se escondía entre verdes y sombras ondulantes, también algunos rayos de sol perdidos, tallos, atrapados por la densa humedad de la incertidumbre. Esperaba con los ojos de la inoportuna somnolencia y jadeaba suave y extraña.
Un día quise nombrarla bien, quise acercarme a ella, sin saber si herida o claustro, sin saber si despensa o estómago de ballena y la llamé. No vino, nunca viene cuando se la llama pero sonrió y la selva pudo levantar lianas y hacer un claro.
Hoy la bestia duerme pero cuando se despierta no siempre llueven cazuelas ni explotan barcos, ha aprendido de una suerte que le llega en forma de brazos sin ojos, de aliento sin reclamo, de tranquilidad indómita, de palabras que, susurradas, nos abren el cielo, nos tranquilizan el ánimo.
n.m.
Antes, no tanto tiempo antes, suficiente, anquilosadamente cerca, se paseaba la bestia.
Acechaba ingenua de miedos esta selva de entrañas. Respiraba con la boca abierta de un niño que acaba correr y se vuelve a buscar la mirada de su madre. Desorientada. Se escondía entre verdes y sombras ondulantes, también algunos rayos de sol perdidos, tallos, atrapados por la densa humedad de la incertidumbre. Esperaba con los ojos de la inoportuna somnolencia y jadeaba suave y extraña.
Un día quise nombrarla bien, quise acercarme a ella, sin saber si herida o claustro, sin saber si despensa o estómago de ballena y la llamé. No vino, nunca viene cuando se la llama pero sonrió y la selva pudo levantar lianas y hacer un claro.
Hoy la bestia duerme pero cuando se despierta no siempre llueven cazuelas ni explotan barcos, ha aprendido de una suerte que le llega en forma de brazos sin ojos, de aliento sin reclamo, de tranquilidad indómita, de palabras que, susurradas, nos abren el cielo, nos tranquilizan el ánimo.
n.m.
martes, 18 de junio de 2013
la habitación de las mujeres
Quemar significa borrar el nombre,
matar al hijo, aniquilar el símbolo o hacer
de los ciervos cordiales percheros,
y guardar el insecto en la garganta
para aguantar las lágrimas
arrastrando el peso de palabras meteóricas
Contar historias es azul verano
y siempre hace brisa.
En abril comienzan los incendios;
las mujeres se alejan envueltas
en la sal que sobró del invierno y brillan
huyendo despavorias y mudas: briznas de cenizas en el aire
Quemar significa mirar sin llorar,
salvar lo que puedas.
n.m.
matar al hijo, aniquilar el símbolo o hacer
de los ciervos cordiales percheros,
y guardar el insecto en la garganta
para aguantar las lágrimas
arrastrando el peso de palabras meteóricas
Contar historias es azul verano
y siempre hace brisa.
En abril comienzan los incendios;
las mujeres se alejan envueltas
en la sal que sobró del invierno y brillan
huyendo despavorias y mudas: briznas de cenizas en el aire
Quemar significa mirar sin llorar,
salvar lo que puedas.
n.m.
domingo, 28 de abril de 2013
Segundo diario: día 1
Despierta. ¿Cuánto tiempo has dormido? ¿Qué niebla de sueño te estremece las manos?
He dormido el invierno de heridas. Ya no me da miedo doler.
En mi sueño habité una casa abobedada de ladrillos rojos que había sido de un rayo de sol. Me senté en el centro: piernas cruzadas, espalda recta, ojos cerrados. Giró un humo matemático, el humo de quién busca la fórmula y a su alrededor se elevan partículas. Minúsculas. Mucho tiempo pasé sentada buscando, curándome, localizando la luz de neón de otra señal. Ya has aparecido en mis sueños. Ya te devuelvo una certeza con antelación. Este es el juego violento. El tablero es un escenario móvil. Un libro de "elige tu propia aventura". Me gusta tenerte en mi equipo. Eres una decisión preciosa.
qué de belleza se esconde en lo recóndito
voy sin guantes
n.m.
He dormido el invierno de heridas. Ya no me da miedo doler.
En mi sueño habité una casa abobedada de ladrillos rojos que había sido de un rayo de sol. Me senté en el centro: piernas cruzadas, espalda recta, ojos cerrados. Giró un humo matemático, el humo de quién busca la fórmula y a su alrededor se elevan partículas. Minúsculas. Mucho tiempo pasé sentada buscando, curándome, localizando la luz de neón de otra señal. Ya has aparecido en mis sueños. Ya te devuelvo una certeza con antelación. Este es el juego violento. El tablero es un escenario móvil. Un libro de "elige tu propia aventura". Me gusta tenerte en mi equipo. Eres una decisión preciosa.
qué de belleza se esconde en lo recóndito
voy sin guantes
n.m.
viernes, 8 de febrero de 2013
martes, 22 de enero de 2013
pequeño tratado de lo que pasa en mi cabeza para gente de bien (está lo que bien acaba)
"Lo que quiero decir es esto:
no hay un comienzo para un fin
pero hay un comienzo y un fin
para el comienzo."
Gertrude Stein
no hay un comienzo para un fin
pero hay un comienzo y un fin
para el comienzo."
Gertrude Stein
todo con moderación
-tranquilidad, templanza, equilibrio- un mantra
círculos de plata
siempre caen las manzanas que quiero hacer bailar con las manos
gravedad
ésto es una de mis construcciones de lo otro,
un zumbido
no hay puertas que me lleven tan dentro
¿Quién quiere ser John Malkovich?
¿Quién quiere ser un poema?
hay una aventura única e irrepetible que es (... ponga su nombre aquí...),
responsabilidad y respeto, por favor.
reinterpretarás la narrativa y encontrarás los versos que me construyen, que me construyo,
y será otra, la que tú escribes.
para qué escribir sino para comunicar? qué?
la verdad no existe.
la autoridad no existe.
el futuro no existe.
lo que acabas de leer no existe.
eres el espejo en el espejo en el espejo en el espejo en el espejo en el espejo en el espejo en el espejo en el espejo en el espejo en el espejo en el espejo en el espejo en el espejo en el espejo en el espejo en el espejo en el espejo en el espejo en el espejo en el espejo en el espejo en el espejo en el espejo en el espejo en el espejo y así sucesivamente
suspensivamente
no puedo prometer nada
n.m.
sábado, 5 de enero de 2013
Volver a casa andando (2012 pasos y muchas palabras)
Tour: tu casa o la mía. Animada al turismo activo empecé el año con la mitad de ti, desnudos en tu terraza. La cueva de jazz, la serie de invierno y espadas, las citas. Luego vino eso de "esto tampoco es muy serio" y pensar que, al fin y al cabo, yo ya tenía planeado irme a Londres y, por si las moscas, rendirme a la ensoñación de El Hombre Civilizado. Allí estaba, me esperada en la estación gritando mi nombre, guapo y feliz. Me abrazó como abrazan las sirenas, con todo su cuerpo. Con una generosidad imprevista, con un cariño reciente como de no haber estado 4 años sin vernos. Y preguntábamos a los taxistas: "Ésto, ¿de qué película ha salido?". Luego el Soho, Picadilly, la comida japonesa y el té. Aún recuerdo cómo me abrazaba en las escaleras mecánicas del metro mientras, a contracorriente, escuchábamos a un músico callejero. Hyde Park, la mañana más triste en el parque. Y "seguiremos en contacto", "sigo estando para lo que necesites", "eres mi mejor amiga". Andar sola sobre la niebla de Londres, refugiarme en la Tate Modern, arrasar en Candem, pasear el río con el vigilante Big Ben clavado en mi nuca. Volver a Madrid. Todo parece descolocado, tú estas pero ya no de la misma manera, él se quedó en algún lugar de Europa. Querer ser quien se merezca. Volver a no resistir, a tu mitad. Y volver a los planes pacíficos y azules. Pronto un nuevo viaje me espera. Tren con destino Santiago de Compostela! Preparadas las tortillas y el champán! Exclamación de Petirroja, vencedora a gintonics en tren, chucu chú y todas las marcas. Las chapas y los camareros, el cliente que se rinde, los brazos que me llegan a todas las ventanas y el pasillo paseo, cuadros de Hopper en los bagones cama, y que el interventor nos lleve donde una escena de tren de Hitchcock y fumarnos un cigarro donde los malos matan al inocente. Lo recordaré toda la vida. En terras galegas, los caldos, los mejilones, los vinos, los licores y conocer a Jaco. La ruta por los mejores bares. Tumbados a media noche en la Plaza del Obradoiro, a no sé cuántos grados bajo cero. Los paseos de día, cantando "Pongamos que hablo de Madrid", el Jazzman con la media en la cabeza, deshojar flores violetas. Volver de nuevo, volver y encontrar que san valentin trae una invitación Orient Express del Hombre Civilizado, que aún no. Hacer un recital para que no se me olvide y verde. Volver a ti con violencia, con descaro, con cierta nostalgia oscura y desleal. Declararme sumisa y administradora. Encontrar la fuerza en lo pequeño, en el gesto. Acompañarte a Ikea. Normal que la otra no sepa nada de esto. Normal la doble vida. Normal que me dejaras. Normal. Sin embargo la mudanza. Casa Deliciosa me llamaba desde hace tiempo, lo sabía antes, mucho antes. Meter los trastos, todos lo libros, descartar épocas enteras de tu vida, hacer limpieza, colocar sombreros y mariposas, la guillotina bien visible, el altar repleto en el salón, necesitamos más estánterías. Y Volver a irme para alejarme y para acercarme a lo que dejé lejos y ya casi no me acuerdo pero sigue. Visitar Zamora y participar en las sublimes frikadas de cofrades castellanos, conferencias a la virgen, verdejos y carne en cuevas, los guisos de trastienda, la excursión a Sanabria y que apareciera un campo morado de brezos, caballos pastando y copos, enormes copos de nieve, esponjosos y efímeros como fuimos nosotros. Y la excursión a Portugal y sus máscaras, mi impaciencia por la frontera y por el descubrir algo que ya había imaginado hace tiempo cuando se me contaba de estas tierras por teléfono. Reencontrarse con un Reverso pasado que es capaz de hacer nuevos presentes en un tiempo distinto. Y volver a Casa Deliciosa para despertarme con el sol cada mañana y que comience la borágine. Pintar el mundo en el cuerpo de una mujer Ruvia. Manifestaciónes de Hadas frente a los antidisturbios, procesión con velas celebrando aniversarios y multas. Escapadas a escenarios de videoclip y grafitear "believe". Noches que acaban en el Tony2 con la Bailarrima y el Person, el paraguas y el perro que lo trataba como una pelota. Y trabajar, porque trabajas convenciendo a la gente para que haga cosas que no quiere hacer, en contra incluso de tus propios principios. Y menos mal que la Chica Robot y la Malota y Alatriste, el Trampas y Marian. Y Luchas, sí, luchas por que crees que, a pesar de todo y donde estás, puedes hacer algo para que la gente se de cuenta, que si tú se lo explicas y se lo explicas bien, lo entenderán, entenderán la mentira y sabrán aprovecharse, sabran ver la trampa y saldrán a la calle a gritarla, pero después también trabajas convenciendo a la gente para que entren en el bar donde curras, y no en otro, para despejar los pensamientos, para evadirse, para divertirse. Y te pones estupenda, y te maquillas a velocidad, intentando convencerte a ti misma también de que no destruyes por la noche lo que construyes por el día, pero a veces no puedes y te dejas llevar, doblada por un viento que no parece romper y sí y acabas de conocer a una panda de Perros, animales de la noche que te acogen, que te aceptan, que te llevan a Casa Resplandor y te ceden un sofá porque tú también eres animal callejero, bestia parda que se anula y vuelve a casa andando. Y haces migas con el Peluca, porque siempre crees ver algo escondido, una inocencia guardada, una ficha sin jugar. Y así pasaban las noches de principio de verano cuando ya se había ido otra isla refugio a mejores continentes. Oh! Madam Sylvi! Ma belle!. Aunque antes la hice bajar en Villamanta, camino de Arcadia, para celebrar el cumpleaños de Lobo, junto con la Petirroja, acunándonos en sofás-huevo.Y en Madrid me escondía en vestidos que cada día me quedaban más grandes, acampaba con los Perros hasta el lunes en sesión continua, encaraba las desilusiones con un poco más de azucar glass. Amigos para siempre. Y todo el mundo decía: "Te estás quedando guapísima!". Un rayo de luz temprana, una cafetería de Atocha, su pelo ardiendo, fotografías guardadas. Planear mi cumpleaños, eso era todo. Algo se acababa, esta década anacrónica de los 20. El repaso y el vértigo inevitable de los números redondos. Mi 30 cumpleaños. Hice del símbolo algo tan importante. Las predesilusiones y las precelebraciones con Roja y el vino Marieta y la llamada a las 00:00 desde Cadaqués. El corsé, el tutú, los zapatos, el tocado, los invitados, no me olvidé de ti, la ansiedad. El catering de Isa también guisa, los del trabajo atrincherados con los nachos, los chicos elegantes frente al espejo, el sofá de la magia, los que fumaban fuera, los inesperados, los hace tanto tiempo, los incondicionales, los ausentes no vinieron. Importantes todos. Y que tú no te fueras y volviéramos. Empezaba así otra década, con nuestros impulsos sueltos y la necesidad de nuevos pactos. La tarde que no supe si besarte o no al saludarte y como las manos y los besos se nos unían a la hora de la Queimada y más en el Jazz Bar y llegar tarde y pletórica al trabajo y que me echaran porque mi estado se parecía demasiado a una borrachera aunque no. Irme cabreada a los Diablos Azules porque eso sí es una casa y se puede uno despachar agusto. Nadie puede quitarnos los bailado. Y otoño adquiere un tono más gris del que debiera. Gineceos rojos, no coincidir todas, no coincidir pero el cariño. Caer en la cuenta de que ya no conozco a quien creía, que se ha dado por hecho, que no se ha hablado, que no es quien yo pensé y qué pena si le hice daño y perdón, y lo siento pero y qué hay del daño mío, del que no cicatriza, del que ya no será igual, del que no reconoce los ciervos aunque ve su cornamenta, del no curado. Esperar llorando a un Lobo blanco en la puerta de Caixa Forum y la exposición donde ví la señal de la Petirroja abrazando un arpa en su islote y yo, dorada bestia que lleva el corazón por fuera y sujeta papeles y toca la trompeta. Sopresa de Niebla Marinera bajo la lluvia y El hombre que vive en Mozambique. Otra noche nuestra. Tú y yo seguíamos juntos pero no se había dicho todo, no se había dicho nada. Tú no habías dicho. Y se te notaba a la legua, la sed de encías trabadas de palabras, la ocultación del cuerpo. La Petirroja y yo inventamos las tardes noche de luz, el sofá con el libro mágico, la iluminación desde dentro haciendo sombras chinescas de burla al exterior, la aceptación de la bestia, la metamorfosis, el alambique, los invitados: MayFlor, La mujer es más importante que la madre, Cable sin cable. Aprender, de nuevo aprender a conocerme mejor. Comprender sin entender los límites y ponerlos para pensarlos. Echar de mi vida a quien no habita o no deja habitar. Acompañar a MayFlor a currar en el restaurante, y los boletus y su hermano y las escaleras. Cenas de chino. El Inverso Valiente en el Matadero. Entender que debo ser yo quien te deje ahora. Sin echarte, colocarte en otro lugar a ver si sale bien. Y bien sale, que ahora nos conocemos más, mejor. Nos reímos más, mejor. Nos contamos más y mejor y seguimos sintiendo lo mismo más, la complicidad mejor y de la misma manera el deseo... Qué mierda! No sé si podemos ser amigos! Los inocentes frustrados pero el vino y perdonar y el moscato y sonreír. Me quitán un poco de juicio en plena Marea Blanca. Llega el recital junto a Jesús Malia, Rebeca Alvarez y María Solís en los Diablos en que me sentiré pletórica, nerviosa pero responsable, sensible pero fuerte, decidida y muy bien acompañada. Pepe y Juan conspirando cocidos con mi madre y esa frase de "cómo te está costando dejar de desconfiar". La entrevista que me hizo en su programa mi queridísimo lider de Dardem. Las quedadas con Danilac y Valentina, para lo que haga falta. Y me iré por última vez este año lejos gracias a la Velocirraptor, a Toulousse, para comer toda la variedad de quesos, vinos: Demon Noir y Cantus Terra, ver Les Jacobins, noches de rock con guitarras y caídas, cumpleaños familiares de otras familias como en Falcon Cress, con intrigas y cosas que no se entienden, porque hablan en otro idioma, pero donde el protagonista está muy bueno y acaricia a los gatos como nadie. Y pasear con Sylvia, "ma petit" francesita, por la vereda del río y los mercadillos, de acá para allá con el frío de punta y una manoplas nuevas. Y la raclette antes de irme y despedirnos pasado mañana. Volver al fin del mundo a renovar mis votos con la vida, a reunirme con las chicas en el Barbieri y recordar a todos aquellos que prometí hace tiempo pasar esas horas juntos y a quien no se lo prometí pero se colaron en lo que pensaba. La cena con la Cazadora en casa y las velas. "-El Samsara? De verdad estás ahí dentro? -Ok, estoy en la barra". Algunos encuentros en el Dinosaurio, con los Casimiros, con el Centeno, con Jesús Ge. El cumpleaños sorpresa del Person! Ah! No! Que no era sorpresa! Con la copa de vino en la mano, la botella en el bolso, el concierto de jazz en el Junco, las estrellas en el cielo, Joaquín hablando de ellas a mi lado, Patty y El bajista que iba a misa descojonados con el último chiste de Adriá, el más salvaje del lugar. Oh Yeah! Navidades raras, veloces, distorsionadas, cómodas, plomizas. Organizar el cumpleaños de la Petirroja, la sesión de pintura, la pancarta, los mensajes, la emoción, la sorpresa, los gritos y las lagrimillas que se escapan, el desayuno, planear la excursión de por la tarde, cielos de escaparatista con premio, la cena en Santa María Restaurat, que no nos falte de ná! TERRIBLE! Y su sonrisa persistente y el dolor de mandíbula que decía y Voltios metido en mi whatsapp. Cava, trenes y prisas. Acabar el año con otra familia.
Y se me olvidan cosas, se me olvidan...
Y se me olvidan cosas, se me olvidan...
n.m.
domingo, 23 de diciembre de 2012
el trato violento
¿En qué momento aceptamos
cual fue el escenario,
el territorio, la pradera.
Dónde nuestras rodillas
resistieron más que los pies.
Con qué falta de argumentos,
con qué dócil generosidad,
con qué liviana rebeldía.
Con qué vanidad soberbia,
con qué moral... seguimos aceptando
en la cotidiana libertad
el trato violento?
n.m.
cual fue el escenario,
el territorio, la pradera.
Dónde nuestras rodillas
resistieron más que los pies.
Con qué falta de argumentos,
con qué dócil generosidad,
con qué liviana rebeldía.
Con qué vanidad soberbia,
con qué moral... seguimos aceptando
en la cotidiana libertad
el trato violento?
n.m.
nota meteorológica (para turistas)
Coloque bien los dibujos de esta cáscara,
alinee las junturas para no crear
goteras al vecino,
el correo en el buzón de entrada,
los cantos junto a los pájaros
que rondan las bicicletas y sus timbres.
Tengo un paragüero para los sarcasmos
y una caseta de perro para detectar hipocresía,
un lugar-bosque al que no aconsejo entrar solo
y una temible propensión a la discusión
que guardo en el armario de los trastos.
Tan bien coloco mis cosas que tengo un cajón para deudas
y un silbato pequeño, por si atacan.
En el armario de disfraces hay una fiesta veneciana
y suenan gaitas y tangos en otras cercanías.
Hace viento, a veces hace viento
n.m.
alinee las junturas para no crear
goteras al vecino,
el correo en el buzón de entrada,
los cantos junto a los pájaros
que rondan las bicicletas y sus timbres.
Tengo un paragüero para los sarcasmos
y una caseta de perro para detectar hipocresía,
un lugar-bosque al que no aconsejo entrar solo
y una temible propensión a la discusión
que guardo en el armario de los trastos.
Tan bien coloco mis cosas que tengo un cajón para deudas
y un silbato pequeño, por si atacan.
En el armario de disfraces hay una fiesta veneciana
y suenan gaitas y tangos en otras cercanías.
Hace viento, a veces hace viento
n.m.
jueves, 6 de diciembre de 2012
affaire
Estábamos juntos.
Recuerdo que me hiciste amanecer
el hambre en los pezones
como una enfermedad
que te debilita tibia
y a ti se te venía el deseo en oleadas.
Luego un gran hueco de silencio
iba lacerándonos los oídos
y el rebotar de la confianza en las paredes
era como un juego absurdo
donde todos los niños pierden
y se pasa la hora de la merienda
con arena hasta las cejas.
Acabábamos exhaustos de lo no dicho.
Estábamos juntos,
nos recorríamos el cuerpo y nunca
supimos nuestro nombre.
Solíamos ir en primavera
a someter la saciedad,
casi milagrosa para los demás,
dentro de una larga huída contra el caos,
proclamando mundos circulares,
peripecias convencionalmente deliciosas,
y cerrábamos los ojos polvorientos
a todo tipo de especulaciones
sin dejar huella,
ninguna correspondencia
que nos delatara,
de lo que se creía que éramos.
Fuimos, pues, brillos inexistentes,
enloquecidas ventiscas en bolas de cristal,
arqueológicas florecillas
que arrancaban los mechones de la memoria,
de las tinieblas.
Aquel viaje seguía inevitablemente
en un laberinto preñado de breñas
al que nos lanzábamos como el deslizarse
de las balsas, como el bravo quejido
de una aventura alegre y mentirosa,
acodados en las alturas,
constelados en el asombro que clama desde abajo,
desde las profundidades fértiles y oscuras.
La mansedumbre inmóvil del paisaje,
el no percibirse dentro,
siempre nos despertaba.
Algo había absorbido ya
con difícil naturalidad
la conciencia singular que nos unía.
un arrebatamiento jubiloso
de la voluntad, del intelecto,
se originó infalible y brutal,
como una espada al rojo
que continuaba nuestras cicatrices,
las que nunca se dijeron
a fin de resguardar lo sensible,
las reliquias maniáticas de la locura.
Quedaron nuestros cuerpos
como vasijas vacías
a las que ya no parecía posible
mirar con lupa.
n.m.
Recuerdo que me hiciste amanecer
el hambre en los pezones
como una enfermedad
que te debilita tibia
y a ti se te venía el deseo en oleadas.
Luego un gran hueco de silencio
iba lacerándonos los oídos
y el rebotar de la confianza en las paredes
era como un juego absurdo
donde todos los niños pierden
y se pasa la hora de la merienda
con arena hasta las cejas.
Acabábamos exhaustos de lo no dicho.
Estábamos juntos,
nos recorríamos el cuerpo y nunca
supimos nuestro nombre.
Solíamos ir en primavera
a someter la saciedad,
casi milagrosa para los demás,
dentro de una larga huída contra el caos,
proclamando mundos circulares,
peripecias convencionalmente deliciosas,
y cerrábamos los ojos polvorientos
a todo tipo de especulaciones
sin dejar huella,
ninguna correspondencia
que nos delatara,
de lo que se creía que éramos.
Fuimos, pues, brillos inexistentes,
enloquecidas ventiscas en bolas de cristal,
arqueológicas florecillas
que arrancaban los mechones de la memoria,
de las tinieblas.
Aquel viaje seguía inevitablemente
en un laberinto preñado de breñas
al que nos lanzábamos como el deslizarse
de las balsas, como el bravo quejido
de una aventura alegre y mentirosa,
acodados en las alturas,
constelados en el asombro que clama desde abajo,
desde las profundidades fértiles y oscuras.
La mansedumbre inmóvil del paisaje,
el no percibirse dentro,
siempre nos despertaba.
Algo había absorbido ya
con difícil naturalidad
la conciencia singular que nos unía.
un arrebatamiento jubiloso
de la voluntad, del intelecto,
se originó infalible y brutal,
como una espada al rojo
que continuaba nuestras cicatrices,
las que nunca se dijeron
a fin de resguardar lo sensible,
las reliquias maniáticas de la locura.
Quedaron nuestros cuerpos
como vasijas vacías
a las que ya no parecía posible
mirar con lupa.
n.m.
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