Ella habla.
Sobre todo dice palabras de agua
porque sujetó la lluvia y abraza
el llanto como algo nuevo que silba.
Ella habla.
Sobre todo canta las hebras bastas
(como a masticar sin ningún descanso)
de vocales, porque duele y cura,
porque sana y suena como rumor
de sol tras nubes de cemento roto.
Ella habla.
Sobre todo porque aún puede decir
el nombre de tu peso y eso es más
de lo que tus huesos jamás dirán
con todas las órdenes de deshaucio
que te sostienen.
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