No quiero decir nada
que te duela debajo de las uñas,
que se agarre al umbral de tu esternón
como a un columpio roto,
o que rasgue
tus yemas de papel albal.
No quiero decir
que ya no somos aquellas
espirales, que fecundas lanzaban
aves ciegas a la multitud nublada,
ni que ahora los abrazos huyen
por falta de aleluyas.
Nada quiero
en nuestras roturas crujidoras,
en la invisible muchedumbre
que nos separa prietas
de tanto verso
y vernos como fruto prohibido,
inmarchitable.
Quiero no decir
envidia en un poema
-extática guarida de disfraces-,
ni qué hostil inocencia,
qué lengua leñosa contiene
nuestros muertos, nuestras palabras
como astillas.
No. Nada.
n.m.
mereció la pena co-romper al silencio.
ResponderEliminarmuy bello.
Llegué a tu blog por pura casualidad, me quedo leyendo tus poemas, este, el primero muy bonito
ResponderEliminarHay que decir.
ResponderEliminarY mejor que guardar las apariencias, ser como se es.
Suele ser lo que satisface mas.
Este me ha gustado mucho: "ni que ahora los abrazos huyen por falta de aleluyas."
Aplausos!!!!!!!!!!
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