"Exigirle fortaleza a un ser humano a todas horas es lo más sádico que existe"
Angélica Liddell
Tu excusa era un secreto.
Como un bonsái regado poco,
las ramas cortas y el deseo en alto
a fin de no alcanzarlo
nunca.
Tu excusa era un secreto
quemado tal papel que quiere
ser destruido
sin la consciencia del
ahora como siempre
de siempre es ahora.
Solo sé que tu excusa fue un silencio
guardado en la sospecha
de nuevas violaciones.
Sólo sé que el secreto fue la excusa
de la derrota asumida tan verde,
tan excusa,
primera victoria regalada al enemigo
como si nada,
como si todo lo después no.
Siempre no ahora.
Siempre pequeño y pretencioso
exiguo árbol arrugado.
Solo sé que la excusa fue creciendo
como raíces enredadas
en la húmeda podredumbre
de la vergüenza,
de la sospecha de lianas
que caen desde arriba, sujetas
desde el cielo.
Solo sé que tu excusa supo aprender
a cortarse las ramas
por donde los tallos comienzan
a crecer
como si nada,
como si continuar no
fuera lo suficiente.
Solo sé que tu secreto ha
crecido y resquebraja:
muchas palabras todas,
los animales siempre
que visitan alegres
tu diminuto cuerpo seco.
Solo sé que tu excusa dejó de ser excusa
cuando empuñaste las tijeras
y empezaste a podar
como te habían enseñado.
n.m.
:)
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