Debe ser verano en última instancia,
en que cierras la boca agotando los días,
con el boztezo grave de quien despierta solo
y muere lejos.
Debe ser violento el territorio escaso
en que nos abrazamos comprendiendo
los sonidos antiguos de los pájaros
como palabras.
Dame agua de enfermo y semillas calcinadas,
es mío el pudor sudoroso de otro comienzo.
Las calles se muerden los labios como talones
en un coito abrasado que detiene la despedida
solo unos segundos.
El tiempo y el lenguaje nos imposibilitan
un baile de asimetrías circenses,
trucos -de contorsionista- que estrechan
la mente.
¡Qué cierta es la muerte!
¡Qué alejados paisajes representa
en su victoria contra los poetas!
Es, como si ser no tuviera mérito.
Y aquí el purgatorio,
amasijo de estructuras que clavan
el gozo a dentelladas.
¿Sabremos ver las marionetas
tras muchas ciegas ventanas inmóviles,
gubernamentalmente inmóviles,
quietas, paradas, acongojadas en su marco?
¿Será la vergüenza un trapo
con que impíos limpiarnos los rojos naturales,
los que brotan como un rítmico llanto
de alma?
Será en verano, debe ser verano
huyendo de las recomendaciones
sistémicas de arroparse,
sí, cuando vuelva a cantar la cigarra.
n.m.
en algunos instantes me ha hecho palpitar.
ResponderEliminarComo puedo decirte que dejes de sentir lo que sientas? A que imbecil se le ocurriría plantear eso...