martes, 29 de noviembre de 2011

Cuarto prestado IV

La insensata vendió
de las ciudades sus propios defectos,
los de su sexo, contemplaciones solitarias,
pero no le fueron otorgadas unas cuantas
manos de papel.
Es cierto,
se estableció a la sombra
de la desaprobación o de
cualquiera.

n.m.





(Pag.97. Una habitación propia. Virginia Woolf)

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