sábado, 25 de febrero de 2012

Día 10

Hace sol como tantos días pero no como los otros. He abierto la ventana, desde donde estoy el mamotreto que sostiene el ordenador cansado no me deja ver nada más que por un resquicio ese enredo de sol en la mejilla derecha y ramas flotando con yemas que apuntan que hay días que soy un número redondo, como la parada urgente del café, como la espera de tu sombra en la dársena, como el olor que se escurre en el invierno y nos murmulla: primavera, primavera, priiimaaaveeeraaa!

n.m.



sábado, 18 de febrero de 2012

Día 9

Hay que borrar las huellas, economizar y prender fuego solo una vez para que luego no nos ahoguen las cenizas. Preparar una mudanza llena de apetitos nuevos y volver a los mismos lugares donde aprendimos a no ser los mejores ajedrecistas al caer la tarde. Desaprender las palabras hasta que solo quede tu nombre y un plano de metro señalando el tesoro y la salida.

n.m.


Día 8

Canto al fracaso estrepitoso, al desgarro de hallar alguna esperanza aún prendida. A la inocencia que vuelve como la prehistoria y sus meteoros. Aquí un poema sin colores, con la catástrofe y la riqueza. Aquí los degenerados límites del petirrojo, de la abubilla, las aniquiladoras nubes de estorninos. Aquí vengan chamán o hechicero, cantamañanas o frailes vengan, a rozar la ebriedad de Rilke, Cohen o Dickinson. Canto al fracaso de las cosas que se rompen con ruido brillante, a la vida moral y sus sucias manos enguantadas, al túnel donde entran los valientes. Canto a la posibilidad que por mínima se hace infinita, a la luciérnaga que no paró de volar y se hizo estrella. Canto al ridículo de la ruina, a la soberbia de las reliquias, al ancho trazo de la originalidad y su ironía. A la parsimonia que te compra al mirar atrás y canto al vencido porque solo él sabe como volver a levantarse.

n.m.


miércoles, 15 de febrero de 2012

Día 7

Llenarse de dolor
es como llenarse de vida.
Tú no entiendes,
dices: no estés triste
cada día hay demasiadas
muertes repentinas.
Yo apenas me agarro aún
a las últimas y tropiezo
para ver si cortan
con sus cristales
mis pies de enredadera.

Sé que hacer con el dolor
que se amontona,
hago filigranas o lo guardo
en los cajones con hojas de laurel.

Ahora la noche me desaloja
por falta de billetes y canciones,
yo me invento penas donde guarecerme:
ausencia, Aracne envenenada,
el mercurio sobrante cubriendo
los dientes de oro que nunca tendré.

n.m.


domingo, 5 de febrero de 2012

Día 6

Hazte boquita de piñón y guarda todo lo que arde en la cerilla de mi oído. Abandona los pipos de las certezas. Impera a tu completo natural, lascivo, liviano, pequeño. Arriesga un decilitro de aliento para soplar al trauma y llevarlo lejos. Espera, silvestre, tu primavera.

n.m.



jueves, 2 de febrero de 2012

Día 5

Quisiera habitar las palabras con la sencilla asociación de: en casa vivo, en casa estoy aún sin pronunciarla. Saberme dentro de este féretro tan a mi medida sin que sea el terreno buscado sino el escogido naturalmente, como el verdadero origen donde todo se mezcla sin que la mentira acampe por llamarlo grandilocuentemente principio. Es cierto que necesito de los grandes términos para el totalitarismo diario, para que cada grupo de horas que divide la media noche sea un punto de indagación o de aventura distinto, un círculo más dentro de todos los concéntricos imaginarios. Ahora comienzo a aniversarte como una novedad vieja, más de trescientas veces anunciada, y me opongo visceralmente a pretender emanciparme del recuerdo pero no anhelo la autocomplacencia o el heroísmo, ni los argonautas ni la correosa espera fueron nunca ningún ejemplo. Pueden ser atronadoras tus ausencias al fin cuando te apareces sonriendo en el muro de mis redes o al mirar hacia delante al atril sin estrenar en que se posan las reminiscencias de otro tiempo. Me aprehendiste a vivir tan suministradora de besos, tan explícita de alma que a veces se me confunde con la que viaja y no reclama techo. No crean, no debería yo creer (en todo caso), que las guerras se ganan de batalla en batalla si quisiera vivir una elegía, pero no es el caso. Convéncete/me, no es el caso.

n.m.