domingo, 18 de marzo de 2012

Día 13

Tomó la costumbre de creer que cuando se descamaban sus manos, ese indicio era prueba de que, inevitablemente, le estaba cambiando la vida; un cambio apenas perceptible en realidad, pero decisivo en su caracter. De todo había de sacar un provecho sencillo, intelectual o sentimental. Con regularidad consulta las cartas del tarot, no se dirige a ningún especialista sino que, en casa, antes de acostarse, se concentra puerilmente en sus preguntas, extiende los naipes en la superficie arrugada de las sábanas e intenta así dilucidar sus posibilidades a través de las decisiones del presente. Las épocas en que no tocaba las cartas suponían un logro, como si hubiera podido librarse de la ansiedad, de la continua obsesión por ese futuro que, tal y como dicen sus propias palabras, "jamás existirá".

Todo en la habitación fue aserrín blanco, no le importó tanto llevar el miedo y el tiempo con él, una cura psiquiátrica capaz de controlar la sensibilidad de este espacio con llantos y sollozos; tales recelos en el claustrofófico ascensor vital. Se diría que padece alguna enfermedad, una tara, un accidente, sospechosa sinestesia ondulante.

n.m.



jueves, 8 de marzo de 2012

Día 12

Fantasea con que se publiquen los cuadernos
-como una indecente travesura,
                                 una burla, un desafío-
con que salga a la luz
la parte enferma,
la cuenca de la mentira,
el sorbo del ego
que mata y mantiene con vida.

Sí, hacemos listas
de libros, de música,
hacemos listas y estadísticas
para enfocar la visión de nuestro reflejo.
y de paso nos agrietamos
y el alud
ARRASA
con toda la violencia en su juicio.



A veces siento que esta condición cínica
es lo único que me sostiene
mientras muero
escasamente todos los días
(mientras) me congelo.
Lo inefable son esos lugares donde
paseo sin fijar
la vista en
nada.
                                                               Como ahora,
sorteo las briznas de hierba
           en                                 una plaza de nueva               construcción
en el descanso
mínimo que me da la tarea
obligada, el trabajo repetitivo
(de manipuladora profesional).

Los surcos de mi cerebro
se ensaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaanchan,
a veces creo que no caben más voces.

n.m.



miércoles, 7 de marzo de 2012

Día 11

Creo que la infancia fue un túnel tan profundo que al salir era mayor para apreciar el sol y llevo gafas.

n.m.